Viaje solidario en China.

¡Viaje solidario en China!

Recuerdo con mucho cariño mi viaje solidario a China, una experiencia que me cambió la vida. Todo comenzó cuando me enteré de una organización que promovía viajes solidarios para ayudar a comunidades necesitadas en diferentes partes del mundo. Me animé a participar y, después de algunos trámites y preparativos, finalmente estaba en el avión rumbo a China.

Llegué a un pequeño pueblo en la provincia de Guizhou, en el suroeste del país. La primera impresión fue de choque cultural: todo era diferente a lo que estaba acostumbrado. La gente hablaba un idioma que no entendía, la comida tenía sabores que nunca había probado antes y las costumbres y tradiciones eran completamente distintas a las mías.

Pero poco a poco, gracias a la ayuda de los coordinadores del proyecto y de los habitantes del pueblo, fui adaptándome. Descubrí que la vida allí era mucho más sencilla y austera que la que estaba acostumbrado en mi ciudad, pero también mucho más humana y cálida. La gente era muy acogedora y amable, y se mostraba siempre dispuesta a ayudar.

El proyecto en el que participé consistía en la construcción de un centro comunitario en el pueblo, que serviría como lugar de encuentro para los habitantes y como sede para la realización de actividades culturales y educativas. Durante los primeros días, nos dedicamos a preparar el terreno y a cavar los cimientos. Fue un trabajo agotador, pero gratificante, ver cómo poco a poco la construcción iba tomando forma.

Además de la construcción, también participamos en actividades con la comunidad.

Una de las que más recuerdo fue la visita a una escuela local, donde los niños nos recibieron con entusiasmo y nos enseñaron canciones y bailes tradicionales. Fue emocionante ver cómo la cultura y las tradiciones se transmitían de generación en generación, y cómo los niños se sentían orgullosos de su patrimonio cultural.

Otra actividad que me impresionó mucho fue la visita a una aldea cercana, donde pudimos ver de cerca cómo vivían las familias más pobres del lugar. Fue impactante ver las condiciones en las que vivían, pero también inspirador ver cómo se las arreglaban para sobrevivir con tan poco. Me di cuenta de lo mucho que tenía yo y lo poco que necesitaba realmente para ser feliz.

Después de dos semanas intensas, llegó el momento de despedirnos. Fue un momento emotivo, ya que habíamos formado un vínculo especial con la comunidad y nos costaba decir adiós. Pero también nos fuimos con la satisfacción de haber dejado una huella positiva en el lugar y de haber aprendido mucho de una cultura diferente a la nuestra.

El viaje solidario a China fue una experiencia inolvidable que me enseñó mucho sobre la solidaridad, el trabajo en equipo y la importancia de abrirse a otras culturas y formas de vida. Espero poder repetir la experiencia en el futuro y seguir contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor para todos.

Realiza aquí tu donación.

Visita nuestra web.