Viaje solidario a Ecuador, el corazón de la Amazonia

Mi viaje solidario a Ecuador, el corazón de la Amazonia, fue una experiencia única que nunca olvidaré. Durante tres semanas, tuve la oportunidad de sumergirme en una cultura completamente diferente y de ayudar a una comunidad necesitada. Me uní a la asociación Viento Norte Sur, con el objetivo de construir una escuela en una zona remota de la selva ecuatoriana.

Cómo empezó mi viaje

Comenzamos nuestro viaje en la ciudad de Quito, la capital de Ecuador, donde nos reunimos con el resto de los voluntarios. Desde allí, tomamos un avión a Tena, una ciudad ubicada en la selva amazónica. Después de una noche en Tena, nos dirigimos a la comunidad donde íbamos a trabajar.

El viaje fue una aventura en sí misma. Conducimos por caminos de tierra llenos de baches y atravesamos ríos en pequeñas embarcaciones. Pero el paisaje era impresionante: árboles gigantes, ríos cristalinos y una fauna y flora única. Una vez que llegamos a la comunidad, nos recibieron con los brazos abiertos. La gente era amable y acogedora, y nos mostraron su gratitud por nuestra ayuda.

Construcción de la escuela

La construcción de la escuela fue el principal objetivo de nuestro viaje. La comunidad necesitaba una escuela para que sus niños y niñas pudieran recibir una educación de calidad. Nuestro trabajo consistió en construir una estructura de madera con dos aulas, un comedor y un baño. Aunque algunos de nosotros teníamos experiencia en construcción, la mayoría éramos principiantes. Pero el equipo de Viento Norte Sur nos proporcionó las herramientas y la orientación necesarias para llevar a cabo el proyecto con éxito.

El trabajo fue agotador, pero también muy gratificante. Nos dividimos en equipos y trabajamos juntos para levantar las paredes, instalar ventanas y puertas, construir muebles y pintar las aulas. La comunidad también se unió a nuestro esfuerzo, ayudándonos a cargar madera y suministros.

Actividades en nuestro tiempo libre

Durante nuestro tiempo libre, tuvimos la oportunidad de explorar la selva y conocer a la gente de la comunidad. Los niños y niñas nos mostraron sus juegos y nos enseñaron a pescar en el río. La gente nos invitó a sus casas y nos mostró sus cultivos y animales. También tuvimos la oportunidad de probar la deliciosa comida local, como el pescado fresco, la yuca y el plátano maduro.

Uno de los momentos más emocionantes del viaje fue la inauguración de la escuela. La comunidad organizó una ceremonia especial en la que se cortó una cinta y se entregaron flores y regalos a los voluntarios. Los niños y niñas cantaron y bailaron para mostrar su agradecimiento. Fue una experiencia conmovedora que nunca olvidaré.

En resumen, mi viaje solidario a Ecuador fue una experiencia inolvidable que me enseñó mucho sobre la cultura y la gente de la Amazonia. La oportunidad de ayudar a una comunidad necesitada y trabajar junto a otros voluntarios fue una experiencia enriquecedora. Me fui con una sensación de gratitud por la oportunidad de haber sido parte de algo tan especial y significativo. Si tú también quieres vivir experiencias como estas tan gratificantes, puedes dirigirte a la página web de la asociación Viento Norte Sur  y realizar una donación para que podamos seguir viviendo experiencias como la que yo viví.