Campamento de surf en Asturias

Nunca antes había probado el surf, pero siempre había sentido una gran atracción por este deporte acuático. Cuando mi amiga me propuso un campamento de surf en Asturias durante una semana, no pude resistirme a la oportunidad. Después de comprar todo el equipo necesario, me subí al autobús hacia el norte de España con mucha emoción y nerviosismo.

 

El campamento estaba ubicado en un pequeño pueblo costero en Asturias, Salinas, rodeado de montañas verdes y acantilados impresionantes. La casa donde nos alojábamos estaba justo en frente de la playa, lo que significaba que podíamos ver las olas romper desde la terraza. Nuestro instructor, Carlos, nos recibió en la casa y nos dio una breve charla sobre cómo funcionarían las cosas durante la semana. Nos explicó el plan de clases y nos presentó al resto del grupo.

 

El primer día de clase, tuvimos una sesión en seco donde aprendimos las posturas básicas y cómo remar. Luego, nos dirigimos a la playa para nuestra primera sesión de surf real. Carlos nos dio una charla de seguridad y nos hizo practicar la postura de pie en la arena antes de entrar al agua. Después de unas cuantas olas, me di cuenta de lo difícil que era mantener el equilibrio en la tabla. Pasé gran parte del tiempo cayéndome al agua y tragando litros de sal, pero la emoción de coger una buena ola me mantuvo motivada.

 

A medida que pasaban los días, mi técnica mejoraba y logré levantarme en la tabla con mayor facilidad. Carlos nos llevó a diferentes playas en la zona para probar distintas condiciones de oleaje y, aunque había días en los que las olas eran demasiado grandes para mi nivel, siempre me sentía segura gracias a sus instrucciones.

Fuera del agua, el ambiente en el campamento era increíble. Nos juntábamos para cenar juntos y compartir nuestras experiencias del día. Había personas de todas partes del mundo, lo que hacía que las conversaciones fueran interesantes y enriquecedoras. También participamos en actividades como yoga, paseos por la montaña y cenas en restaurantes locales.

 

Una de las mejores experiencias fue cuando tuvimos una sesión de surf nocturna. Carlos nos proporcionó trajes de neopreno con luces y nos llevó a una playa cercana para surfear bajo la luna llena. Era una experiencia surrealista y emocionante al mismo tiempo. Las luces de nuestros trajes creaban un efecto mágico en el agua y, aunque no había tanta visibilidad como de día, la sensación de estar surfeando bajo las estrellas fue inolvidable.

 

Al final de la semana, estábamos todos agotados pero felices. Había aprendido mucho sobre el surf y había conseguido hacer nuevos amigos. Después de regresar a casa, me di cuenta de que había sido una experiencia transformadora y que había descubierto una nueva pasión. Ahora, cada vez que veo una tabla de surf o escucho el sonido de las olas, mi mente vuelve a aquel campamento en Asturias y a la sensación de libertad y emoción que experimenté en el agua. Todo esto ha sido gracias a la organización “Viento Norte Sur“, la cual hace posible experiencias como esta y muchas más. Si crees que merece la pena, te invito a colaborar con la asociación, serás de gran ayuda. 

Por último, te dejo aquí el catálogo de Viento Norte Sur que te animará a ayudarnos en esta causa del turismo solidario: https://www.vientonortesur.org/