Una lección de amor y compasión

Experiencia en un refugio de animales

Durante mi último viaje a Tailandia, decidí hacer algo más que simplemente recorrer las playas y visitar los templos. Me interesaba ayudar de alguna manera, y después de investigar un poco, encontré un refugio de animales que estaba buscando voluntarios.

Después de contactarles por correo electrónico y explicar mi interés en ayudar a los animales y conocer en qué situaciones se encuentran, me dieron la bienvenida para unirme al equipo como voluntaria durante una semana. Estaba emocionada por la oportunidad de hacer algo significativo y gratificante además de, aprender más sobre la fauna tailandesa.

Llegué al centro de rescate en la provincia de Petchaburi, donde me recibieron con los brazos abiertos. Me presentaron a algunos de los animales que fueron rescatados y estaban siendo rehabilitados. Había macacos, loros, gibones y otros animales exóticos que habían sido maltratados o abandonados.

Mi tarea principal durante la primera parte de la semana fue ayudar a los cuidadores a preparar la comida para los animales. Era un trabajo bastante duro, pero muy satisfactorio. Corté frutas y verduras en pedazos pequeños para que los animales pudieran comerlos fácilmente. Además, también pude dar de comer a las crías más pequeñas. 

También ayudé a limpiar los recintos de los animales y los estanques donde los elefantes y los osos rescatados se bañaban. Era importante mantener todo limpio y en buen estado para mantener a los animales sanos y felices.

Además de las tareas diarias, también tuve la oportunidad de trabajar directamente con los animales en algunos casos. El refugió me asignó la tarea de alimentar y cuidar a una pequeña mona que había sido maltratada en un circo . Gracias a ellos estaba aprendiendo para poder vivir de forma independiente. Ayudé también a lavar y cepillar a algunos de los elefantes  rescatados de situaciones de maltrato y abuso.

Fue impresionante ver cómo los cuidadores se preocupaban por los animales y trabajaban incansablemente para garantizar su bienestar. Me di cuenta de que, como voluntaria, mi pequeña contribución ayudaba a liberar algo de su carga de trabajo, lo que me hizo sentir aún más útil.

Por último, pero no menos importante, disfruté mucho del ambiente y la comunidad en el centro de rescate. Conocí a voluntarios de todo el mundo que habían venido a ayudar a los animales. También tuve la oportunidad de aprender más sobre la cultura tailandesa y el trabajo que se está haciendo para proteger la fauna local.

En resumen, mi experiencia de voluntariado en Tailandia fue una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. Aprendí mucho sobre los animales, el cuidado y la rehabilitación de la fauna local, y me sentí muy bien al hacer algo significativo para ayudar a los animales en necesidad.

Recomiendo encarecidamente a cualquiera que esté interesado en el bienestar animal y quiera hacer una diferencia, que consideren el voluntariado a través de la “Asociación Viento Norte Sur”.