Aventura por Rabat

Este viaje a Marruecos, más concretamente en una zona muy cercana al centro de Rabat, fue una experiencia inolvidable que cambio mi vida desde entonces.

Todo comenzó en un vuelo de avión, viajaba con mi padre, lo que más me llamó la atención de dicho vuelo, era que la mayoría de personas eran marroquíes que viajaban en grupo con toda su unidad familiar hacia su país de nacimiento, realmente sería un hecho que pasaría desapercibido, pero en ese avión las personas que realmente íbamos por turismo éramos muy pocas, se podían contar con los dedos de una mano; quizá esto ya me avisaba de la necesidad que tenía la sociedad marroquí de encontrar una vida mejor y de su deseo de reencontrarse con su familiares.

No me alojé en un hotel, mi padre tiene un apartamento en Temara, una localidad a escasos kilómetros de Rabat y muy cercana a Casablanca, yo iba a hacer turismo, conocer Marruecos, su cultura y su sociedad, pero creo que existen dos puntos de vistas turísticos, que son los siguientes: El primer punto de vista es el que casi siempre se hace es ir a un hotel con ambiente de la cultura árabe y realizar actividades programadas por una agencia, esta experiencia no te deja conocer realmente cómo es una cultura o cómo son las personas. El otro punto de vista turístico es vivir en Marruecos como un ciudadano más, lejos de hoteles, viviendo tu experiencia a tu manera, totalmente improvisada.

De los puntos de vista que estaba comentando, yo escogí el último, mi primera visita fue ir a un “zoco” marroquí. Me impactó. Para las personas que no sepan cómo es este lugar o nunca hayan visto uno, es un descampado con puestos ambulantes, donde prácticamente te puedes encontrar de todo relacionado con la alimentación.

Lo primero que vi y que sin duda fue lo que más me impactó de todo el viaje, era que la gente pedía la carne como si fuera una carnicería, pero a diferencia de lo que estamos acostumbrados en España, el animal se mataba en el acto. Una imagen atroz. Las personas tenían muy normalizado ver cosas de ese tipo e incluso no se planteaban las innumerables enfermedades que podría contener ese animal, que seguramente no haya pasado ningún control sanitario.

El día posterior a la visita del zoco, fui a La Medina de Rabat, es un mercadillo enorme, de unas dimensiones abrumadoras, donde se concentra la mayor parte del negocio minorista de Rabat. Vi muchas más imágenes como la anteriormente redactada en el zoco, quizás no tan escalofriantes, pero lo que más me llamó la atención esta vez, era la gente. Me sentía observado, tanto mi padre como yo, nos sentíamos observados.

Todo me quedó más claro cuando en una de las tiendas entré y el chico que me atendió hablaba perfectamente el español, le comentamos cómo nos sentíamos, y nos decía que era normal ya que por nuestros rasgos físicos ya que se notaba que éramos españoles. Nos contó algunas injusticias que vive la sociedad marroquí y cómo afrontan su día a día con la mayor humildad posible. Muchos marroquíes quieren abandonar Marruecos, no porque no amen su país, sino por la búsqueda de una vida mejor. Fue en ese momento que me di cuenta que las numerosas familias que vi en el avión en el viaje de ida, estaban volviendo a la que verdaderamente era su hogar. Su casa.

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